El manacorí no solo se destacó en polvo de ladrillo donde tiene resultados y números estratosféricos, sino que también tuvo una segunda superficie.
No hay dudas de que Rafael Nadal es uno de los mejores tenistas de toda la historia, título por el que compite junto a Roger Federer y Novak Djokovic. Sin embargo, a lo largo de su carrera siempre se destacó por ser superior al resto sobre el polvo de ladrillo, por algo conquistó 14 títulos de Grand Slam, un hecho histórico jamás antes visto y que tiene un porcentaje de victorias estratosféricas en comparación al resto de los jugadores.
Pero, así como tiene un importante hito sobre tierra batida, La Fiera también ha conseguido triunfos y títulos sobre todas las superficies del circuito ATP, aunque hay una en especial que es considerada su segunda favorita, por detrás de la clásica de París, Madrid, Roma o Montecarlo. El propio Rafael Nadal destacó que su juego siempre se adaptó al césped, superficie en el que supo conquistar en dos oportunidades Wimbledon.
Nadal tiene cuatro títulos sobre hierba y perdió tres finales
Durante los últimos días, el manacorí de 38 años reveló que más allá de sentirse cómodo en cualquier superficie: tierra batida, dura o carpeta, también hubo una que fue su favorita para seguir haciendo historia. “Mi juego se adaptaba bien a la tierra batida, pero amaba jugar en superficies más rápidas. Terminé mi carrera ganando un par de US Open (en los últimos años), pero mi segunda mejor superficie era la hierba”, señaló en diálogo con Andy Roddick en el pódcast “Served”.
Fuente: (Served with Andy Roddick)
En la misma línea, Rafael Nadal reconoció que si no fuera por sus problemas en las rodillas hubiera conquistado más de dos veces Wimbledon, ya que supo alcanzar una gran cantidad de finales, pero que no obtuvo el título por luchar contra su físico. “Estuve en la final de Wimbledon en 2006 y 2007, gané en 2008, y en 2009 no pude jugar. Después, gané en 2010 y llegué a la final en 2011. Sin contar la edición de 2009, alcancé cinco finales consecutivas. Llegué a un punto en que no pude jugar en hierba durante años. Mis rodillas no lo soportaban, era incapaz de frenar”, completó.
El momento de la decisión final
Luego de una extensa carrera en la que Rafael Nadal no solo tuvo que competir contra el rival que tenía del otro lado de la red, sino también contra su físico que lo obligó a perderse una infinita cantidad de torneos, decidió colgar la raqueta en noviembre de 2024 en la Copa Davis. Sin embargo, el retiro no fue fácil, pero lo determinó tras perder en los Juegos Olímpicos.
“Fueron meses difíciles porque quería luchar, pero pasaban las semanas y no podía competir al nivel que quería por varias razones, porque no jugaba bien y porque dentro de mí no veía que me moviese como me solía mover. Llegó un momento después de los Juegos Olímpicos en los que volví a casa y dije, ‘vale, se acabó’. Sentí que me había dado tiempo antes, pero ya no tenía sentido seguir lidiando con estas molestias”, sentenció.