El 8 de septiembre de 2022, el Palacio de Buckingham anunció la muerte de Su Majestad la Reina Isabel II, un evento que conmocionó al mundo y marcó el final de una era. Si bien los detalles sobre su fallecimiento han sido ampliamente discutidos, las últimas 24 horas de la reina revelan una serie de circunstancias que han sido menos conocidas.
Durante el año 2022, la salud de la reina se deterioró notablemente. A sus 96 años, había contraído COVID-19 en febrero, y aunque sus síntomas fueron leves, la preocupación creció en el Reino Unido. En sus últimos días, la reina se encontraba en el castillo de Balmoral, donde había estado desde el 21 de julio. A pesar de su delicada salud, continuó cumpliendo con sus deberes, como destituir al entonces Primer Ministro Boris Johnson y nombrar a Liz Truss como su sucesora, en una ceremonia que tuvo lugar en Escocia.
La noche anterior a su fallecimiento, Isabel II disfrutó de una cena con familiares, mostrando un espíritu animado. Sin embargo, su condición empeoró rápidamente esa misma noche. Al mediodía del 8 de septiembre, el Palacio de Buckingham emitió un comunicado informando que los médicos estaban preocupados por su salud, lo que llevó a la familia real a reunirse a su lado.
A medida que la noticia se difundía, miles de súbditos se congregaron frente al Palacio de Buckingham y otros lugares, dejando flores y encendiendo velas en un acto de homenaje a la monarca. A las 15:10, el médico oficial de la reina declaró su muerte, atribuyéndola a la vejez. El mundo lloró la pérdida de una figura emblemática y, en Londres, la bandera se izó a media asta en señal de duelo.
La muerte de la reina Isabel II no solo marcó el fin de su reinado de más de 70 años, sino que también dio inicio a la Operación Unicornio, un plan bien estructurado para gestionar los protocolos tras su fallecimiento. A pesar del dolor, el legado de la reina perdura, y su vida será recordada por generaciones.