El médico personal del Papa Francisco, el Dr. Sergio Alfieri, ha decidido romper el silencio y compartir revelaciones impactantes sobre los últimos momentos del pontífice, cuya muerte ha conmovido a millones alrededor del mundo. En una conmovedora narración, el Dr. Alfieri revela que apenas 48 horas antes de su fallecimiento, el Papa se encontraba en un estado sorprendentemente bueno, deseoso de continuar con sus deberes papales. Sin embargo, un deterioro repentino lo llevó a un estado crítico en cuestión de horas.
El lunes por la mañana, cuando el Dr. Alfieri llegó a la casa Santa Marta, fue recibido por la inquietante visión de un Papa con los ojos abiertos, pero sin respuesta. Con profunda humanidad, el médico recuerda cómo comprendió que no había nada más que hacer en ese instante desgarrador. En esos momentos, el pontífice, lejos de la pomposidad del Vaticano, eligió la sencillez de su hogar, un deseo que había expresado en múltiples ocasiones.
La decisión de no trasladarlo al hospital, por el riesgo de que muriera en el camino, refleja el respeto por su voluntad. Francisco había querido morir en casa, y así lo hizo, rodeado de sus seres queridos. El Dr. Alfieri describe el ambiente espiritual en esos instantes finales: el rezo del rosario, la cercanía de sus enfermeros y amigos, y un último gesto de amor: una caricia que simboliza la conexión humana que había cultivado con quienes lo rodeaban.
Las revelaciones del médico nos ofrecen un retrato íntimo del Papa Francisco, un líder que, aun enfrentando su propia mortalidad, mantuvo la dignidad y la serenidad hasta el final. La historia de su partida nos recuerda que, en su esencia, el pontífice fue un hombre de fe, un hombre sencillo que eligió vivir y morir con el mismo compromiso hacia los demás que había demostrado durante su papado. Así, el legado de Francisco no solo perdura en sus enseñanzas, sino también en la forma en que enfrentó su último adiós.