El Rey Felipe VI se encuentra en el centro de una conmoción tras la trágica muerte de Rossy Roche, una joven de 20 años, prima segunda de los príncipes William y Harry. Durante la entrega de los Premios Princesa de Girona 2025 en Barcelona, el monarca no pudo contener su dolor y, en un momento de profunda empatía, exclamó que “podría haber sido mi hija”. Esta desgarradora declaración resuena con fuerza, reflejando la tristeza que embarga a la familia real española ante la inesperada pérdida de una vida llena de promesas.
Rossy fue hallada sin vida en su hogar familiar en Westride el pasado 14 de julio. Estudiante de literatura inglesa en la Universidad de Durham, su muerte, causada por una lesión traumática en la cabeza, ha sido considerada no sospechosa por las autoridades. Su vida, marcada por la sensibilidad y el amor por la poesía, se apagó demasiado pronto, dejando una estela de dolor en quienes la conocían.
El evento, que inicialmente estaba destinado a celebrar el talento joven, se transformó en un homenaje cargado de humanidad. Felipe VI, visiblemente afectado, destacó la importancia de confiar en los jóvenes y su capacidad de transformar el presente. La princesa Leonor, presente en la gala, reafirmó su papel como símbolo de continuidad y renovación, mientras la multitud se unía en un momento de reflexión ante esta tragedia.
La muerte de Rossy Roche no solo ha impactado a su familia, sino que también ha recordado al mundo que el dolor no conoce fronteras. En un acto que debería haber sido de celebración, el Rey Felipe VI ha mostrado su apoyo incondicional a la familia británica, un gesto que resuena en medio de la tristeza colectiva. La realeza se enfrenta ahora a la pregunta de si es momento de hablar abiertamente sobre la salud mental y el impacto de la tragedia en la vida de todos.