**José Luis Perales, a sus 80 años, revela su dolor oculto: una confesión que conmueve a España**
En un giro inesperado, José Luis Perales, el icónico cantautor español, ha admitido públicamente su profunda tristeza y arrepentimiento, un secreto que ha guardado durante décadas. A sus 80 años, el maestro de la música romántica ha compartido con sus seguidores el impacto emocional de la pérdida de su padre, don Vicente Perales, fallecido en 1975, y el dolor de no haber estado presente en momentos cruciales de la vida de sus hijos.
Durante una emotiva entrevista, Perales reveló cómo la muerte de su padre dejó un vacío irreparable en su vida. “Cuando recibí la noticia, estaba en el camerino, llorando porque no pude despedirme”, confesó, reflejando la angustia que ha llevado consigo a lo largo de su exitosa carrera. Su padre, quien lo apoyó incondicionalmente en sus sueños musicales, fue la figura que más influyó en su vida, y su partida marcó un antes y un después en su trayectoria.
Pero el dolor no se detiene ahí. El artista también ha expresado su arrepentimiento por no haber estado presente en los primeros años de vida de sus hijos, María y Pablo. “Me perdí momentos importantes porque siempre estaba de viaje”, admitió, visiblemente afectado. Esta revelación ha resonado profundamente entre sus seguidores, quienes reconocen la vulnerabilidad detrás de su éxito.
La carrera de Perales, que abarca más de cinco décadas y ha vendido más de 50 millones de discos, ha sido un viaje de altibajos. Sin embargo, su música, que ha tocado el corazón de millones, es también un reflejo de su dolor. “Canto para sanar la tristeza, pero hay tristezas que la música solo me hace recordar más”, afirmó, dejando claro que su legado va más allá de las cifras y los premios.
Esta confesión de Perales no solo conmueve, sino que también invita a reflexionar sobre los sacrificios que a menudo acompañan a la fama. A medida que el mundo de la música se detiene para escuchar su historia, queda claro que, detrás del artista, hay un hombre que lucha con sus propias cicatrices y anhelos.