El rey Felipe VI ha desatado una tormenta mediática al otorgar un gesto monumental a su madre, la reina Sofía, en el Día de las Madres, dejando a la reina consorte, doña Letizia, en un incómodo segundo plano. En un acto que muchos interpretan como una clara declaración de lealtad hacia su madre, Felipe ha decidido que sea Sofía quien reciba a la princesa Leonor en su llegada a Nueva York el próximo mes de junio, una decisión que ha generado tensiones palpables en el seno de la familia real.
Este movimiento no solo simboliza un vínculo emocional profundo entre la reina madre y su nieta, sino que también pone de manifiesto la creciente distancia entre el rey y su esposa. Fuentes cercanas a la Casa Real indican que la reina Letizia, quien inicialmente podría haber cumplido con esta importante función, ha experimentado un aumento de la ira y la frustración ante la decisión de Felipe. La reina Sofía, por su parte, ha sido vista como la figura que gana terreno en esta contienda familiar.
La llegada de la princesa Leonor a Estados Unidos no es un simple acto protocolar; podría tener repercusiones internacionales significativas, incluyendo un posible encuentro con el presidente Donald Trump. Este encuentro, aunque aún no confirmado, podría marcar un hito en las relaciones diplomáticas entre España y Estados Unidos, lo que añade una capa de tensión a la ya complicada dinámica familiar.
La decisión del rey, por tanto, no solo busca reforzar la imagen de unidad de la monarquía, sino que también resalta la lucha interna por el poder y el reconocimiento. Con cada movimiento, Felipe parece dejar claro que prioriza la tradición y el legado familiar por encima de las tensiones con su esposa. Este episodio no solo es un gesto de afecto hacia su madre, sino una jugada estratégica que podría redefinir los roles dentro de la Casa Real española. La pregunta que queda en el aire es: ¿qué significa realmente este acto para el futuro de la monarquía y la relación entre Felipe y Letizia? La historia continúa desarrollándose.