**GRUPO FUGITIVO: La historia del único sobreviviente que Harfuch decidió proteger**
Una tragedia sin precedentes sacudió a México: cinco músicos del Grupo Fugitivo fueron asesinados brutalmente en una emboscada en Reyosa, y solo uno logró escapar: Carlos González, el vocalista, quien ahora se convierte en la voz de un país que grita por justicia. Este ataque no fue un error, sino un mensaje escalofriante de los cárteles que controlan incluso el arte en la región.
La masacre, ocurrida en la noche del 25 de mayo, dejó a la nación en shock. Los cuerpos de los jóvenes, de entre 17 y 24 años, fueron hallados calcinados en una ladrillera abandonada, mientras que González, quien llegó tarde al evento, se convirtió en el único testigo de un horror inimaginable. En su declaración, advirtió que “hoy cantan los que obedecen, pero mañana quiero que canten los que resisten”. Su mensaje resuena en un país donde la música se ha convertido en un campo de batalla.
El comisionado Omar García Harfuch, tras la presión pública, presentó un protocolo nacional de seguridad cultural, un intento desesperado de proteger a los artistas de una violencia que ha dejado 137 agresiones registradas desde 2021. “Si protegemos a políticos, ¿por qué no a quienes resguardan la memoria de nuestros pueblos?”, preguntó Harfuch en el Senado.
Carlos González, aún en estado de shock, se ha convertido en un símbolo de resistencia. “No quiero más homenajes póstumos, quiero que los próximos músicos vivan, canten y vuelvan a casa”, clamó. Mientras la investigación avanza y las detenciones se producen, la pregunta persiste: ¿hasta cuándo se permitirá que los cárteles dicten la vida y la muerte en la industria musical?
La masacre del Grupo Fugitivo es un grito de alerta: la cultura en México está en peligro. La sociedad debe alzar su voz antes de que la próxima canción se convierta en un epitafio. Ahora más que nunca, la música necesita ser defendida, porque en un país donde cantar puede costar la vida, el silencio ya no es una opción.