Israel ha lanzado un ataque preventivo contra Irán en un intento por desmantelar su programa nuclear, un movimiento que podría desencadenar una escalada de tensiones en la región. La operación, denominada “León en Ascenso”, tiene como objetivo las instalaciones nucleares de Natanz y otros sitios estratégicos, y se espera que continúe hasta que se elimine la amenaza iraní, que Israel considera existencial.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha reiterado que la amenaza nuclear de Irán es inaceptable, citando la producción de suficiente uranio enriquecido para desarrollar hasta nueve armas atómicas en un futuro cercano. La respuesta de Irán no se ha hecho esperar; el líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei, ha prometido un “duro castigo” para Israel, señalando que el ataque ha cruzado una “línea roja”.
Las fuerzas de defensa israelíes han cerrado su espacio aéreo y declarado el estado de emergencia, anticipando represalias inminentes de Irán. Informes indican que varios altos mandos militares iraníes, incluidos el comandante de la Guardia Revolucionaria, han sido asesinados en los ataques, aunque la veracidad de algunas de estas muertes ha sido cuestionada.
La tensión se ha intensificado con un aumento en los precios del petróleo, que han subido más del 8% tras el ataque, reflejando el temor a interrupciones en el suministro energético. Washington ha aclarado que Israel actuó de forma unilateral, advirtiendo a Irán que no ataque a sus fuerzas en la región.
Este episodio marca un punto crítico en las relaciones entre Israel e Irán, con el potencial de desatar un conflicto más amplio en Medio Oriente. La comunidad internacional observa con preocupación, ya que la escalada de violencia podría tener repercusiones significativas en la estabilidad regional y global.