¡ESCÁNDALO EN COLOMBIA! El presidente Gustavo Petro ha causado conmoción tras confundir el emblemático edificio Coltejer de Medellín con el de Avianca en Bogotá durante un evento en la Plaza de Alpujarra. Este error no solo revela su desconexión con la realidad, sino que ha desatado una ola de críticas sobre su gestión y el uso de recursos públicos para inflar su apoyo popular.
En medio de su discurso, Petro afirmó erróneamente que “se quemó el edificio de Avianca”, generando incredulidad entre los asistentes. Pero lo más alarmante es la denuncia de que su gobierno ha utilizado millones en buses y refrigerios para movilizar a personas a sus eventos, creando una fachada de respaldo que pone en entredicho la legitimidad de su administración.
Investigaciones recientes señalan que se han trasladado a capos de la cárcel de Itagüí para que acompañen a Petro en sus actos, lo que ha levantado preocupaciones sobre la alianza entre el gobierno y grupos criminales. Nombres de líderes delictivos han sido reportados en primera fila, mientras que audios filtrados revelan la logística detrás de estas movilizaciones, donde se promete transporte y comida a los asistentes.
La manipulación del respaldo popular es una clara muestra del creciente autoritarismo bajo el mandato de Petro. En las calles, muchos ciudadanos admiten que no saben por qué están allí, algunos incluso confesando que fueron obligados por sus empleadores. La situación es crítica: Colombia se encuentra en un punto de quiebre, y la polarización política se intensifica.
La presencia de figuras cuestionadas, como el exalcalde Daniel Quintero, imputado por corrupción, solo refuerza la percepción de un gobierno dispuesto a aliarse con cualquiera para mantenerse en el poder. La indignación crece, y es momento de alzar la voz contra esta manipulación descarada. ¿Está Colombia caminando hacia una dictadura? La respuesta podría definir el futuro del país.