Rusia ha desatado la alarma mundial al desplegar misiles nucleares móviles en respuesta al anuncio del presidente francés Emmanuel Macron de enviar hasta 50,000 soldados a Ucrania. En un giro escalofriante de los acontecimientos, el Ministerio de Defensa ruso ha confirmado que las fuerzas de misiles estratégicos han comenzado ejercicios de patrullaje con los temidos YARS en la República de Mari, intensificando la tensión en un contexto ya volátil.

El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, ha calificado de “inaceptable” el posible despliegue de tropas extranjeras en Ucrania, lo que subraya la creciente animosidad entre Moscú y Occidente. Este despliegue de misiles se produce solo horas después de que Macron anunciara su intención de aumentar la presencia militar en la región, lo que ha llevado a una escalada de retórica bélica.

Mientras tanto, el expresidente estadounidense Donald Trump ha cambiado su tono hacia Rusia, prometiendo una “gran declaración” el próximo lunes que podría incluir nuevas sanciones. Trump ha expresado su decepción hacia el Kremlin, sugiriendo que la situación en Ucrania es crítica y que se están considerando medidas adicionales para presionar a Moscú.

La situación se complica aún más con el reciente ataque con drones rusos a Jarkov, que dejó varios heridos y daños significativos a la infraestructura civil. La comunidad internacional observa con creciente preocupación cómo se desarrolla este conflicto, que amenaza con desbordarse y afectar a toda Europa.

Con la mirada puesta en la cumbre de reconstrucción de Ucrania, el tiempo se agota y la necesidad de una respuesta firme y coordinada se vuelve más urgente que nunca. La tensión entre las potencias nucleares se intensifica, y el mundo espera con ansiedad las próximas decisiones que podrían cambiar el rumbo de la historia.