¡ESCÁNDALO EN LA CASA DE NARIÑO! Laura Sarabia, la mano derecha del presidente Gustavo Petro, ha roto su silencio tras su abrupta salida del Ministerio de Relaciones Exteriores, lanzando un contundente mensaje que pone en jaque a la administración actual. Su renuncia, lejos de ser un mero trámite, revela profundas grietas en el gobierno y un conflicto interno que va más allá de simples desacuerdos.
Sarabia dejó claro en su carta de renuncia que su partida no respondía a disputas menores, sino a una divergencia fundamental sobre el rumbo de la administración, especialmente en el manejo de la producción de pasaportes colombianos. La situación se complicó con la intervención de Alfredo Saade, quien desautorizó públicamente la estrategia que Sarabia había desarrollado con la empresa Thomas Greg, lo que la dejó en una posición insostenible.
A pesar de su despido, el gobierno se vio obligado a aceptar la solución que Sarabia había propuesto: una prórroga del contrato con Thomas Greg para evitar un colapso en el servicio de pasaportes. Este giro irónico pone de manifiesto la desconexión entre la retórica política y las necesidades logísticas del Estado.
En un mensaje directo a través de sus redes sociales, Sarabia expresó su satisfacción al ver que se había validado su enfoque, afirmando que “el tiempo nos dio la razón”. Su declaración ha generado un torrente de reacciones, dividiendo opiniones entre quienes la ven como una heroína de la gestión pública y quienes la critican por falta de lealtad hacia Petro.
Este escándalo no solo revela las tensiones internas del gobierno, sino que también plantea serias preguntas sobre el proceso de toma de decisiones en la administración Petro. La situación de los pasaportes se convierte en un microcosmos de la lucha entre idealismo y pragmatismo, dejando al descubierto las vulnerabilidades de un gobierno que intenta navegar entre su discurso transformador y la compleja realidad de gobernar. ¿Fue la salida de Sarabia una pérdida para el gobierno o un paso necesario para su reestructuración? La respuesta a esta pregunta podría definir el futuro de la administración Petro.