“Wicked” es expansiva, indulgente y unos minutos demasiado larga. También es extraordinariamente buena y envolvente.

Dirigida por Jon M. Chu (“Crazy Rich Asians”) y protagonizada por las mayores leyendas de Broadway y la música pop —Cynthia Erivo y Ariana Grande, respectivamente— “Wicked” es un acto de adaptación sorprendente. La versión musical para teatro también es una adaptación, más libre, de la novela homónima de Gregory Maguire. En 1995, la Malvada Bruja del Oeste se convirtió en una heroína trágica llamada Elphaba.

Si la novela reinterpretó el canon de “Oz”, describiendo lo que sucedió años antes de que la casa de Dorothy cayera del cielo, y el musical para teatro lo transformó en algo nuevo, la película musical de Chu también la hace parecer novedosa.

La película sigue los mismos ritmos que el primer acto del musical: Elphaba, una joven que creció marginada debido al color verde de su piel, se inscribe en la Universidad Shiz en virtud de su prodigiosa habilidad mágica natural. Comparte habitación con la futura Bruja Buena Glinda y descubre una conspiración que amenaza a algunos de los más vulnerables de Oz. Sin embargo, desafiarla la convierte en una villana a los ojos del pueblo.

Chu y los guionistas de “Wicked”, Winnie Holzman y Dana Fox, se benefician de la relativa libertad de tiempo y recursos de una película de gran éxito. Si bien la duración de la película parece absurda en el papel (dura dos horas y 41 minutos y solo logra abordar el primer acto de la producción de Broadway), sería más fácil decir que “Wicked” es exagerada si sus opciones más expansivas no sirvieran directamente a su relación central: la de Elphaba y Glinda.

Vemos breves destellos de diálogos divertidos y sarcásticos y secuencias prolongadas, intercaladas con números musicales, que capturan cada latido de su cambiante relación.

“Wicked” se centra en Elphaba y Glinda. La química entre Erivo y Grande es lo que la vende.

En su mayor parte, “Wicked” no se vuelve demasiado pesada en diálogos y se apoya en sus números musicales para hacer avanzar la historia. Cuando decide extender esos números, generalmente es por una buena razón.

Esas interjecciones van desde dos compases adicionales para ayudar a sincronizar una letra hasta transformar canciones ya largas como “Dancing Through Life” en puntos de inflexión extendidos en la amistad de Elphaba y Glinda.

Como en el musical, Glinda le presta a Elphaba el sombrero más feo de su armario para una fiesta. La ridiculizan al llegar, pero después de que empieza a bailar sola, Glinda se une a ella y las dos se hacen amigas. “Wicked” se toma su tiempo con esa secuencia de baile y, a su vez, le da el peso narrativo que merece.

Esa relación no funcionaría sin las actuaciones individuales de Erivo y Grande. Grande desaparece en Glinda y sólo unas pocas veces escucharás un estilo vocal bien merecido que recuerda a su discografía personal. Vocalmente, se eleva y canta canciones como “Popular” con aplomo vertiginoso.

Sin embargo, su actuación brilla mejor en su sensibilidad cómica. Se inspira fácilmente en Erivo, Jonathan Bailey, que interpreta a un príncipe Winkie que las dos conocen en la escuela, o en sus compañeros de clase aduladores, interpretados por Bowen Yang y Bronwyn James. Esto debería ser suficiente para convertirla en una candidata al Oscar a la mejor actriz de reparto.

Erivo ofrece la interpretación que sustenta la película y captura la vulnerabilidad, la ingenuidad y la aniñadez que se esconden bajo el exterior áspero de su personaje. Cuando finalmente la escuchas cantar en “The Wizard and I” (el número más destacado de la película), ya es lo suficientemente lejano como para que lo estés esperando. Erivo, por supuesto, lo hace genial, recurriendo al profundo sentido de alegría y curiosidad de Elphaba mientras fantasea con que el Mago cure su ostracismo social.

El único problema de “Wicked”

Está claro que ambos actores, por su inefable química en pantalla, se lo están pasando genial en estos papeles, y eso también se aplica al resto de la producción. A su vez, si hay un crimen que “Wicked” comete, es quizás que se ama a sí misma y a su material original un poco demasiado.

La película hace todo lo posible por rendir homenaje al musical original, incluido un cameo absolutamente eufórico que es mejor no revelar para los verdaderos entusiastas de “Wicked”. En otros casos, como su repetida invocación del tema “For Good” del segundo acto en la banda sonora, puede resultar demasiado autorreferencial.

“Wicked” también comienza a empantanarse en su final con cambios de tono. Lo más escandaloso es que aplasta su impulso durante “Defying Gravity”, en el que Elphaba, ahora enemiga del estado después de negarse a conspirar con el Mago, obtiene con éxito el poder de volar para escapar.

En lugar de dejar que la extraordinaria interpretación vocal de Erivo y la música impulsen el clímax de la película, “Wicked” empantana el ascenso de Elphaba con demasiadas secuencias de acción breves, intercambios de diálogos e interludios musicales adicionales. Hacia el final de la película, y en anticipación de las notas finales de Erivo, es demasiado.

Al final, sin embargo, “Wicked” es una de las mejores adaptaciones musicales llevadas a la pantalla recientemente. Chu presenta su visión de Oz con clara pasión y entusiasmo y toma decisiones narrativas que demuestran con éxito por qué era necesario que esta fuera una película de dos partes.

Por lo menos, no me quejaré de tener otras dos (o más) horas como estas.